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El Cambio Social y el Trabajo de los Profesores

Investigando sobre el texto “El cambio social y el trabajo de los profesores”, dictado en el I Congreso Internacional: “Nuevas Tendencias en la Formación Permanente del Profesorado” y que tuvo lugar en Barcelona los días 5, 6 y 7 septiembre de 2007, me he encontrado que estudiantes, tal como Néstor Raúl Morillo Batista, consideran que el texto trata de hacer una crítica sobre el proceso de formación de los docentes. A mi entender, el texto trata de hacer una reflexión sobre cómo la sociedad ha influido en la identidad docente y en su rol como transformadores sociales; también trata de hacer un análisis de la labor docente como profesión, contractando la docencia con diversas profesiones socialmente aceptadas.
La sociedad actual crece a un ritmo vertiginoso, aupado quizás por el crecimiento constante de la tecnología, trayendo consigo cambios sociales en todos los órdenes y los maestros no escapan a estos cambios, dejándolos rezagados respecto a las exigencias que estos cambios sociales demandan. Pero no todo es culpa del maestro, veremos más adelante que la sociedad misma, el Estado y otros aspectos influyen enormemente a que crezca la brecha que aleja la actividad docente de los cambios que demanda una sociedad cada vez más exigente.
Acorde con Esteve (2006), en los últimos 30 años se han dado profundos procesos de cambios sociales y una enorme transformación del sistema educativo que han traído nuevos problemas que no ha sido fácil asimilar; estos nuevos retos no pueden ser afrontados debido a la falta de capacitación de los maestros, por lo que tratan de mantener la rutina, lo que genera desconcierto y esto provoca que los maestros hagan mal su trabajo, razón por la cual tienen que enfrentarse a una crítica generalizada, que, considera a los docentes como los responsables directos de todos los fallos del sistema de enseñanza.
Reforzando el párrafo anterior, tenemos que el mismo Esteve (2006) asegura que el papel de profesor se ha transformado acorde con una serie de indicadores de cambio tales como:

a)     Cambios vinculados al contexto macro, evolución de los valores y las concepciones sociales: se refiere a las exigencias constantes que se le hace al docente, sobre asumir cada vez más responsabilidades, conocimientos y valores para desarrollar a sus alumnos, también se agrega el manejo de nuevos métodos de enseñanza de contenidos, competencias comunicacionales, dominio de las técnicas más moderna de la tecnología de la información y la comunicación, también se suma el hecho de que en las últimas décadas deben coexistir con sociedades multiculturales y en ocasiones multilingües, a esto se le suma también el hecho de que en los últimos años se responsabiliza a los maestros y profesores de buena parte de los fracasos en el sistema educativo, entre otros.

b)     Cambios vinculados al contexto del aula: se cuestiona sobre los contenidos importantes, llevando a la modificación de las metodologías y las condiciones de trabajo, enfrentándose a alumnos muy desiguales lo que impacta la relación entre docente-alumno que se torna conflictiva en términos de autoridad y disciplina. Esto dificulta la labor del maestro ya que viene a fragmentar el rol del docente.

c)     Cambios vinculados al contexto político y administrativo: se estima que la inmensa cantidad de cambios sociales no se han acompañado de los correspondientes cambios políticos y administrativos. Los esfuerzos no han garantizado un desarrollo sostenido, está probado que las realidades educativas han resultado ser difíciles de transformar, las reformas no tomaron suficientemente en cuenta a los maestros, la cuestión de la profesionalización de los docentes no se ha colocado como centro de la agenda.

La construcción de la identidad profesional es un proceso a la vez individual y colectivo, complejo y dinámico, se inicia con la formación inicial del docente y dura durante todo su ejercicio profesional; no es el resultado de la obtención de un título, más bien, esa identidad hay que construirla. La identidad docente se refiere a cómo los docentes viven subjetivamente su trabajo y a cuáles son los factores de satisfacción e insatisfacción. Más que una experiencia personal es también el papel que le es reconocido por la sociedad. La identidad profesional se trata de una construcción individual referida a la historia del docente y a sus características sociales pero también de una construcción colectiva vinculada al contexto en el cual el docente trabaja.

Acorde con Dubar (1991), una identidad profesional constituye una construcción social más o menos estable acorde con el período y que surge tanto de un legado histórico como de una transacción. Se tata por un lado de la identidad que resulta del sistema de relaciones entre partícipes de un mismo sistema de acción; por otro lado, de un proceso histórico de transmisión entre generaciones, de reconocimiento institucional y de interiorización individual de las condiciones sociales que organizan cada biografía. Sintetizando, la identidad docente es una construcción dinámica y continua, social e individual, resultado de diversos procesos de socialización que se entienden como procesos biográficos y relacionales, vinculados a un contexto (socio-histórico y profesional) particular en el cual esos procesos se inscriben.

Durante la lectura observé que el autor de esta conferencia hace un análisis exhaustivo sobre “la profesión docente y la construcción de la identidad” y se plantea preguntas tales como: ¿En qué consiste la profesión docente? ¿Cuál es su quehacer específico? ¿Es la docencia una profesión?  A este respecto, muchos son los autores que han escrito sobe el proceso de profesionalización, indicando que cualquier profesión que reclame legitimidad debe tener fundamentos técnicos suficientes como para sustentar dicho reclamo. Además debe tener un ámbito bien delimitado, poseer requisitos para la formación de sus miembros y convencer al público de que sus servicios son  especialmente confiables.

Confieso que al leer la lectura asignada he dudado de si la docencia es una profesión. La culpa de mi duda la tiene Marcelo (1995: 137) quien afirma que la enseñanza no reúne ni los requisitos generales ni los particulares, por lo que no podría ser considerada una “verdadera profesión”.

En contraposición está Avalos (1996) quien afirma que “El énfasis hoy día se pone no en la defensa de la docencia como profesión sino en la función de construcción de la profesión por parte del propio docente, realizada a través del conocimiento que le entrega su experiencia y de las oportunidades de ampliar su visión a las que tiene acceso…”. En lo personal, he considerado optar porque realmente no  existe una definición, más bien la  profesión es un concepto que se

construye socialmente, que variará acorde con las relaciones y las condiciones sociales e históricas.

Por otro lado, la condición de docente es un tema de mucha preocupación. Se estima que en la actualidad la docencia no atrae a los mejores candidatos, más bien atrae a los que tienen en promedio el peor historial educativo, y peor aún, el problema de retención hace que la deserción afecte no a los peores, sino a los mejores docentes. En nuestro país, al parecer atrae más el salario que el hecho de ser un buen profesor que aportará socialmente a su país por medio de la digna labor de la enseñanza.

Se ha perdido la vocación docente. En los años 60 se visualizaba al profesor como un técnico eficaz que debía lograr los objetivos de instrucción a partir de los medios y recursos disponibles. Hoy día se ha perdido el sentido “misionero” del educador. Day (2005) responde a la pregunta ¿técnico o profesional reflexivo? afirmando que los buenos docentes son técnicamente competentes y capaces de reflexionar sobre los fines, los procesos, los contenidos y los resultados de su trabajo.

La satisfacción laboral es un concepto importantísimo, que a mi entender, define en mucho la identidad docente. Los maestros consideran en primer lugar que su mayor satisfacción es la actividad de la enseñanza en sí misma y el vínculo afectivo de los alumnos al obtener de sus estudiantes los logros pedagógicos propuestos. En segundo lugar está el reconocimiento social por parte de los directores y padres de familia. Considero que esta última satisfacción viene en sentido contrario para nuestros maestros dado el poco prestigio que hoy tiene la docencia.

Existe un amplio sentimiento de  pérdida de prestigio social y deterioro de la imagen del docente frente a la sociedad, lo que provoca una gran inconformidad con las condiciones laborales y materiales. En muchas situaciones, el salario y la infraestructura escolar, son la causa principal de ese sentimiento negativo.

La falta de valoración social no es una imagen, es una realidad. Esto soslaya en gran medida la construcción de una buena identidad profesional. “se dice que una profesión goza de cierta valoración social cuando sus representantes ofrecen un servicio que la sociedad aprecia y considera importante. Además, la opinión pública estima que este reconocimiento debería recompensarse con un nivel salarial acorde al trabajo que se desempeña”.

La crisis de la identidad docente se agrava más cuando exigimos a nuestros profesores ser más competentes, que tengan habilidades y compromisos cada vez más complejos sin retribuirle una buena formación o en muchos casos un buen salario. Debemos cambiar de estrategia, pensar en innovaciones y reformas que involucren a los profesores, reconocer que el docente es el factor central del cambio y lograr reformas sustentables y efectivas en la práctica profesional y crear una cultura de trabajo en los docentes. Estoy muy de acuerdo con la frase “La crisis de identidad surge de la tensión entre el profesor ideal y el profesor real, entre lo que se espera que sea y realice y lo que efectivamente es y puede hacer”.


Martín Matos Féliz


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